Transferencia psicoanalítica y de reacción

Transferencia psicoanalítica

El concepto popular de transferencia define a la misma como la acción de mover algo o a alguien de un lugar o posición a otro. En psicología esta definición se aplica para hacer referencia a los sentimientos y emociones que son transferidos de una persona a otra. El proceso de transferencia psicoanalítica describe una situación donde los sentimientos, deseos y expectativas de un individuo se redirigen y se aplican a otro -el sujeto idealizado-.

Índice
  1. Transferencia psicoanalítica
    1. El caso de Anna O
    2. Transferencia paciente-terapeuta
  2. Otros tipos de transferencias
    1. Transferencia paterna
    2. Transferencia materna
    3. Transferencia entre hermanos
    4. Transferencia no familiar
  3. Transferencia de reacciones adquiridas
    1. La transferencia en la enseñanza

Transferencia psicoanalítica

La transferencia psicoanalítica, se refiere principalmente a un entorno terapéutico, donde el paciente puede aplicar ciertos sentimientos o emociones hacia el terapeuta.

El concepto de transferencia en el psicoanálisis fue desarrollado por primera vez en en 1895 por el psicólogo alemán Sigmund Freud. En su libro "Los estudios de la histeria" describió la intensidad de los sentimientos que se desarrollaron durante sus propias experiencias en terapia con pacientes, en especial con una paciente particular. Freud utilizó el concepto de transferencia para referirse al desplazamiento emocional de la psiquis. Dicho fenómeno fue descubierto por el autor durante un tratamiento psicoanalítico que requirió de toda su atención, el caso de Anna O.

El caso de Anna O

Anna O era una paciente que comenzó a ser atendida por el médico y psicólogo austríaco Josef Breuer, por una afección que acarreaba una serie de síntomas que incluían trastornos visuales, alucinaciones, parálisis parcial y problemas del habla, mientras ésta cuidaba a su padre quien estaba cursando una enfermedad mortal. Debido a la intensidad con la que la paciente volcaba sus afectos hacia él, Breuer decidió diagnosticarla con Histeria o Trastorno Histriónico de la Personalidad e interrumpir el tratamiento.

Freud, al enterarse de la interrupción del tratamiento se contactó con Breuer y le sugirió que continuara con el tratamiento. Se comprometió a ayudarlo a manejar  las emociones de su paciente y concluyó en que las emociones que experimentaba Anna O en realidad no tenían que ver con su terapeuta, sino que ella transfería sobre éste sus contenidos inconscientes.

Desde 1880 hasta 1882 Anna O siguió un continuo tratamiento, en el cual Breuer descubrió que hablar de sus experiencias parecía ofrecer cierto alivio a los síntomas de su paciente. Al revivir o llevar a la consciencia sus recuerdos inconscientes, la paciente pudo superar sus síntomas y con el tiempo pudo recuperarse progresivamente de su afección mental.

Transferencia paciente-terapeuta

La transferencia del paciente al terapeuta ocurre inconscientemente cuando el paciente transfiere sus emociones al terapeuta con el que se está tratando. Esta transferencia puede ser destructiva o constructiva durante la terapia, dependiendo de cual sea la interacción entre el paciente y el terapeuta y, cuales sean los sentimientos que el paciente vuelque sobre éste. En ocasiones, el paciente puede continuar inconscientemente el comportamiento de transferencia, incluso si su terapeuta se lo hace notar.

En palabras del psicoanalista argentino Gabriel Rolón, la transferencia produce una resistencia, ya que en lugar de recordar, asociar y poder hablar de sus sentimientos y recuerdos inconscientes, el paciente transfiere sus afectos al terapeuta. En este caso, el terapeuta vendría a ser como una pantalla en la que el paciente proyecta sus miedos, sus enojos, sus frustraciones e incluso sus deseos.

La transferencia, paradójicamente, se impone como un fenómeno que presenta dos caras opuestas. Por un lado está la resistencia al análisis y por el otro una puerta para acceder a los mecanismos inconscientes.

Ante un episodio de transferencia, el terapeuta debe mantenerse firme y no permitirse dudar ni dejarse llevar por sus emociones, pues esto podría quitarle efectividad a la terapia. El terapeuta debe recordar que es importante reconocer cuándo sus reacciones de contratransferencia están interfiriendo con la terapia o socavando la alianza terapéutica. La contratransferencia, ocurre cuando un terapeuta transfiere sus emociones a una persona en terapia, a menudo se muestra como  una reacción a la transferencia.

“Nadie ha dicho nunca que el analista no debe experimentar sentimientos respecto de sus pacientes. Pero no solo tiene que saber no ceder a ellos y mantenerlos en su lugar, sino también cómo usarlos adecuadamente en su técnica.” - Jacques Lacan

Durante el transcurso de este fenómeno psicológico, el paciente que está transfiriendo sus sentimientos se dejará llevar por su pasado. En este momento es donde comienza el desplazamiento de comportamientos y emociones hacia el terapeuta.

El proceso de transferencia psicoanalítica también incluye las expectativas del paciente sobre la terapia y el terapeuta. Las expectativas del paciente pueden incluir amor, desaprobación, rencor, frustración y abandono entre otras emociones. El paciente, inconscientemente puede intentar sabotear la terapia, incluso comportarse de cierta manera para que se produzcan las reacciones que éste espera de su terapeuta.

Otros tipos de transferencias

Otros tipos de transferencias

La transferencia entre paciente-terapeuta no es el único tipo de transferencia psicoanalítica que existe; de hecho, el proceso de transferencia puede encontrarse dentro de cualquier vínculo, ya sea familiar, laboral o académico.

Transferencia paterna

Esta forma de transferencia ocurre cuando el individuo ve a otra persona como un padre o una figura paterna idealizada. La persona puede ser vista con admiración; como alguien con poder, sabiduría y autoridad. El sujeto que realiza la transferencia puede esperar protección o comportamientos paternos de esta persona.
Una transferencia paterna negativa, puede provocar fuertes sentimientos de rechazo y de desvalorización.

Transferencia materna

En los primeros años de vida las madres son la fuente del amor incondicional. Después de la separación, desde el nacimiento recrean una nueva unidad, sosteniéndonos y haciéndolos sentir como uno solo. Las madres también son la fuente de la máxima autoridad, y una amenaza de separación puede ser muy poderosa.

La transferencia materna ocurre cuando el sujeto ve a otra persona como una figura materna o una madre idealizada. Esta figura es a menudo considerada como cariñosa, protectora e influyente, y con frecuencia se espera de ella nutrición y consuelo. Sin embargo, si el sujeto experimentó una relación negativa con su madre puede presentar sentimientos de rechazo y desagrado hacia la persona en la que proyecta su figura materna.

La transferencia materna es a menudo más profunda, con elementos más primitivos y emocionales que la transferencia paterna.

Transferencia entre hermanos

En la infancia cuando uno o ambos padres se encuentran ausentes, pueden ser sustituidos por las relaciones entre hermanos. Este es un patrón que se está volviendo cada vez más común a medida que las familias se separan, o si uno de los padres se encuentra ausente o pasa largas horas en el trabajo.

A diferencia de la transferencia entre los padres, este tipo de transferencia generalmente no está representado por el comportamiento del líder o del que tenga mayor poder, sino por las interacciones entre iguales o en equipo. Este tipo de transferencia puede presentarse entre amigos, compañeros de trabajo e incluso entre los mismos hermanos.

En algunos casos cuando las familias se separan, el hermano menor iniciará su transferencia hacia el hermano mayor. De acuerdo al sexo de éste dependerá si se transfiere como una figura materna (en el caso de las mujeres) o una figura paterna (en el caso de los hombres).

Transferencia no familiar

La transferencia también puede darse entre dos personas que no mantengan un vínculo tan cercano como el vínculo familiar o como el vínculo paciente-terapeuta. Los patrones no familiares transferidos pueden suceder con cualquier individuo que desempeñe un papel en la vida de una persona. De hecho, generalmente a las personas no se las trata como son realmente, sino que se las trata de acuerdo a la percepción de cada sujeto (percepción subjetiva) y la idealización que éste tenga acerca de esa persona.

Usualmente se tienden a crear estereotipos y prototipos idealizados de otros individuos, por ejemplo: de policías, doctores, maestros, psicólogos, etc. Estos estereotipos y prototipos son utilizados en las personas cuando se necesitan encontrar los roles apropiados.

Transferencia de reacciones adquiridas

Transferencia de reacciones adquiridas

En la antigüedad (siglo XVII), la psicología consideraba al alma o espíritu como una agrupación de poderes armónicos que actuaban de manera independiente a la mente. En ese entonces se hablaba de aptitudes o facultades, por ejemplo, la facultad de la percepción, de la memoria, del conocimiento, etc. Se creía que el uso de dichas aptitudes o facultades conferiría a un mayor alcance de las mismas.

Cualquier esfuerzo empleado en la adquisición de capacidades y conocimientos, nunca sería un esfuerzo en vano, pues esa habilidad no se perdería, sino que se potenciaría y contribuiría a la estimulación de nuevas facultades. Una persona que utilizaba mucho la memoria, además de enriquecer su vida intelectual, adquiría un mayor potencial de ésta y la beneficiaba mejorándole, por ejemplo, la capacidad para recordar.

Según la psicología antigua, se entiende como transferencia al proceso o ganancia del ejercicio de un poder o capacidad, que le es otorgada a otra capacidad no ejercitada previamente.

Se decía que había una transferencia de reacción adquirida cuando los progresos obtenidos en el transcurso del aprendizaje de cierta forma de actividad, acarreaban mejoras en el ejercicio de una actividad diferente más o menos cercana. La adquisición del hábito sería favorecida mediante el efecto de transferencia al adquirir hábitos similares.

Años posteriores, con la creación de la psicología moderna y la evolución de la enseñanza, se demostró que esta concepción de transferencia no era del todo acertada.

La transferencia en la enseñanza

El presumir que las habilidades o facultades de la mente podían ser desplegadas de manera autónoma y uniforme dio origen a la teoría de la enseñanza formal. Cuando se creó la enseñanza formal no se tomaba en cuenta el contenido de aquello aprendido, sino que se le prestaba mayor atención al desenvolvimiento de una facultad al ser ejercitada. No se priorizaba la inteligencia basada en el conocimiento adquirido, por el contrario, se creía que el factor fundamental para el desarrollo de la inteligencia era el ejercicio de las habilidades mentales, como ser: la memoria, la percepción, la atención, la abstracción, etc.

Con el surgimiento de la psicología moderna, se realizaron diferentes observaciones y experimentos que desacreditaron la teoría de las facultades y la teoría de la enseñanza formal. Desde entonces, no se puede aceptar claramente que el ejercicio de una habilidad mental pueda desenvolver ciertos “poderes” generales, como la memoria o la reflexión, puesto que esos poderes se reducen al funcionamiento de una serie de procesos diversos.

Édouard Claparède (neurólogo y psicólogo suizo) propone que cada pensamiento y cada movimiento implican procesos de diferentes categorías, como la memoria, las sensaciones, el juicio, el control de lo consciente y subconsciente, de los sentimientos y emociones, etc.

Una transferencia de reacción dependerá de la identidad del contenido, del método y de la actitud mental del sujeto, siendo proporcional a la capacidad de inteligencia del mismo.

Según algunos autores, como Edward Thorndike, solo existe transferencia cuando hay elementos idénticos en la actividad ejercitada y en la no ejercitada. Los elementos idénticos pueden consistir en: el contenido, el método, las actitudes y los hechos generales. La actitud mental, como la disposición favorable al estudio o voluntad, puede presentar mayores posibilidades de que ocurra una transferencia de reacciones adquiridas. Por ejemplo: una actitud favorable en el aprendizaje de ciertos conocimientos predispone al individuo al aprendizaje de conocimientos semejantes.

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