Trastorno de la afectividad: qué tipos existen y cómo tratarlo

Trastorno de la afectividad

Los cambios de humor repentinos y radicales pueden ser signo de que algo no está bien. El trastorno de la afectividad destaca por presentar este tipo de alteraciones, llegando a incapacitar a quien lo padece en casos de gravedad. Está considerado como uno de los trastornos psicológicos y psiquiátricos con mayor recurrencia.

Las personas que lo padecen presentan un estado de malestar constante que impide tener una percepción clara de la realidad. Las causas por las que se produce son muy variadas y en muchos casos tienen mucha similitud entre un trastorno y otro, por lo que es necesario estudiar con detenimiento los síntomas. Si sospechas que puedes estar cursando un trastorno afectivo, aquí conocerás cómo identificar cada signo.

Índice
  1. ¿Qué es el trastorno de la afectividad?
  2. Síntomas de los trastornos afectivos
  3. Causas de los trastorno de la afectividad
  4. Tipos de trastornos afectivos
    1. Depresión
    2. Trastorno bipolar
    3. Trastorno de ansiedad
    4. Tratamiento

¿Qué es el trastorno de la afectividad?

También conocido trastorno afectivo o del estado ánimo, es un grupo de alteraciones psicológicas que afectan el estado de ánimo, lo cual les impide regular sus emociones, sentimientos y afecto. Pueden presentarse de manera leve o crónica, llegando a ser un impedimento en las tareas cotidianas de la persona.

La persona suele padecer de sufrimiento y malestar, incidiendo en su autoestima. Esto puede llegar a distorsionar la percepción de su entorno, y son incapaces de interpretar la realidad de una manera objetiva. Aunque puede aparecer en cualquier etapa de la vida, la mayoría de los pacientes suelen tener una edad cercana a los 27 y 30 años. Se desconoce porque esta es la población más afectada.

De esta manera, llega a impactar en distintos ámbitos de la vida del afectado. Ha tenido mayor incidencia en la manera en que se relacionan con otros individuos. Al tener dificultad para socializar y vincularse con otros puede llegar a generar angustia, lo que agudiza el cuadro clínico.

Si bien se habla del término afecto, no va dirigido hacia terceros. Este tipo de trastorno destaca por alterar la manera en que nos autopercibimos, haciéndonos sentir menos y dificultando adaptarnos con nuestro entorno. Por lo que no se debe confundir en este caso la afectividad con las relaciones que tenemos con otras personas.

Síntomas de los trastornos afectivos

Aunque se habla de un cambio en el estado de ánimo, la sintomatología que se presenta puede variar en torno a la etapa de la vida en la que se manifiesta. En el caso de los niños, los síntomas están más relacionados con el comportamiento del individuo, mientras que en adolescentes y adultos puede también repercutir en el sueño, la sexualidad o hasta el apetito. Entre los síntomas más comunes se encuentran:

  • Estado de ánimo depresivo persistente y que suele desaparecer en periodos cortos de tiempo.
  • Pérdida de placer o interés al realizar ciertas actividades que suelen ser de agrado.
  • Cambios en el apetito. Puede disminuir la ingesta de alimentos o consumir en excesiva cantidad. En este último caso, destaca un alto consumo de grasas y azúcares.
  • Pérdida o aumento significativo de peso.
  • Insomnio o necesidad de dormir menos.
  • Pensamientos suicidas recurrentes.
  • Sentimiento de culpa o sentirse sin valor alguno.
  • Cognición afectada, lo que dificulta la capacidad para concentrarse, pensar o prestar atención.
  • Episodios de euforia.
  • Toma de decisiones compulsivas y sin ningún tipo de precaución.
  • Comportamiento aislado de optimismo.
  • Alteración psicomotora lo que disminuye la actividad física.
  • Fatiga.
  • Falta de respuesta a estímulos externos.
  • Disminución del lenguaje o problemas para comunicarse.
  • Ganas de llorar sin razón aparente.
  • Sentimiento de no encajar en ningún sitio.
  • Episodios de nerviosismo.
  • Problemas para relacionarse con otras personas.
  • Aumento de la sudoración.
  • Taquicardia.
  • Baja autoestima.

Causas de los trastorno de la afectividad

Las razones por las que se produce un trastorno de la afectividad puede tener un origen genético, biológico o social. En general, existe un problema en el funcionamiento de los neurotransmisores, lo cual da lugar a un desequilibrio químico impidiendo que se emitan señales adecuadas al cerebro.

Trastorno afectivo

Otras de las causas más comunes por la que aparecen este tipo de afecciones es cuando se viven eventos o situaciones traumáticas. La dificultad para procesar toda esta información y lidiar con la misma puede provocar algún trastorno del estado de ánimo.

Por último, se ha comprobado que hay mayor incidencia en padecerlo si existen antecedentes familiares de personas que hayan cursado estos trastornos. Si bien existe la predisposición, no necesariamente tiene que suceder de esta manera.

A pesar de que se asume que estas son algunas de las causas más comunes, algunos expertos afirman que en muchos casos no existe un origen aparente de porqué se producen estos cuadros.

Tipos de trastornos afectivos

Aunque en general esta afección destaca por mostrar alteraciones en el estado de ánimo existen síntomas propios de cada trastorno que permite ayudar a lograr un diagnóstico más exacto. Entre los tipos de trastornos afectivos se encuentran:

Depresión

Se considera el más común y recurrente, siendo de gran incidencia en la actualidad. Quien lo padece se muestra decaído, triste y desesperanzado. Las razones por las que se presenta son variadas, pudiendo tener orígenes genéticos, ambientales o psicológicos. Puede existir un agente detonante, sobre todo experiencias desagradables o que generan malestar.

La persona sufre de episodios de tristeza que duran hasta semanas o años. En este último caso suele hablarse de depresión persistente. Por lo general está desganado y no tiene motivación, por lo que existe una constante sensación de inutilidad. El insomnio puede llegar a estar presente, aunque también es posible que sienta muchas ganas de dormir.

Existe dificultad para concentrarse y se muestra distraído. Además, se presentan cambios en el apetito, pudiendo no sentir hambre. Es posible que lleguen a comportarse de manera irritable y sientan que no existe solución a ninguna situación.

Trastorno bipolar

Aunque puede aparecer en casi cualquier edad, es más común en la última etapa de la adolescencia y adultos jóvenes. Se considera un trastorno de la afectividad incapacitante, llegando a afectar cualquier ámbito de la vida de una persona. Los cambios de estado de ánimo pueden ir de la depresión a la manía. Se presentan episodios de euforia, agresividad y hasta delirios.

Es posible que actúe de manera suicida o tenga pensamientos de este tipo. Además, tienden a perder la necesidad de dormir y suelen pensar aceleradamente. Las ideas negativas tienden a rondar en su cabeza.

Trastorno de ansiedad

Si bien la ansiedad es un sentimiento que puede surgir en cualquier momento y de manera puntual, en el momento en que se presenta constantemente y con un sentimiento de preocupación y angustia, se habla de un trastorno.

Trastorno del estado de ánimo

La persona se muestra inquieta y en estado de alerta. Sus pensamientos son distorsionados y sienten que existe peligro en todo momento. Es común que aparezcan ataques de pánico con regularidad y no son capaces de enfrentar el agente causante de todo el cuadro de ansiedad. Todo esto puede afectar al desarrollo de ciertas actividades cotidianas.

Todo esto puede provocar la aparición de taquicardia, falta de aire, náuseas o mareos y entumecimiento de las extremidades. Al ser la mayoría síntomas físicos es común que se pueda confundir con alguna enfermedad. Por lo que es necesario realizar estudios médicos para descartar cualquier patología.

Tratamiento

Ante todo, el profesional deberá realizar un estudio de todos los síntomas para llegar a un diagnóstico certero. La evaluación debe ser exhaustiva ya que puede confundirse con otras afecciones. En caso de asegurarse que se está padeciendo un trastorno de la afectividad, se deberá pautar un tratamiento farmacológico que permita controlar los cambios de estado de ánimo.

Todo esto se debe acompañar de psicoterapia para hacer consciente al paciente de su estado y guiarlo para lidiar con el trastorno. Así mismo, servirá para tratar en ciertos casos el detonante, permitiendo una evolución más rápida.

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