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15 febrero, 2017
Gabriel Giner

Carbunco

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El carbunco es una infección aguda causada por la bacteria «bacillus anthracis», que afecta, primariamente, a animales, los cuales pueden después transmitirla al hombre (se trata, pues, de una zoonosis). También llamado ántrax maligno o pústula maligna.

Dicho microorganismo tiene una distribución mundial. Afecta, sobre todo, a animales herbívoros domésticos (principalmente, ganados bovino y ovino) y, por tanto, a las personas en contacto con ellos (pastores, esquiladores, carniceros, veterinarios, peleteros, etc.).

Se dan entre 200 y 300 casos de carbunco al año en seres humanos en España. La forma de afectación más frecuente es la cutánea (95% de los casos).

¿Por qué se produce?

El causante de esta enfermedad es un bacilo gram-positivo, aerobio o anaerobio facultativo, encapsulado y de gran tamaño, llamado Bacillus anthracis, que forma esporas y un tipo de toxina.

Los animales se infectan al ingerir pastos contaminados con las esporas del bacilo, originándose posteriormente el contagio a los humanos. Éste es fundamentalmente cutáneo (por contacto con el animal o por picaduras de insectos), aunque también se dan casos de inhalación (enfermedad de los cardadores de lana) o ingesta (por consumo de carne de animal infectado poco cocida).

Las esporas penetran en el cuerpo y, tras un corto periodo de incubación (2-5 días), dan lugar al desarrollo de las bacterias que producen la toxina, la cual causa la enfermedad. En el caso del carbunco cutáneo se produce una necrosis tisular, hemorragia y reacción inflamatoria, con importante edema.

Causas del carbunco

En el carbunco por inhalación, las esporas alcanzan los pulmones, desde donde pasan al mediastino, ocasionando una mediastinitis hemorrágica. El carbunco digestivo se caracteriza, principalmente, por una afectación intestinal.

En estos dos últimos casos, la enfermedad es mucho más grave que en el cutáneo, teniendo una elevada mortalidad. Se puede originar una bacteriemia( bacterias en la sangre), que puede ser fulminante, y que es más frecuente en los casos respiratorio y digestivo.

Síntomas del carbunco

Como ya hemos dicho, el tipo más común de carbunco afecta a la piel, habitualmente en zonas descubiertas, como la cabeza, la cara, el cuello o las extremidades.

Síntomas del carbunco

Éste se caracteriza por la aparición (después del periodo de incubación), en el lugar de la inoculación (entrada) de las esporas, de una mácula (mancha) rojiza que produce prurito (picor); se transforma en pápula indolora y, más tarde, en vesícula o anillo de vesículas; éstas se rompen y surge un exudado (líquido) claro.

Después, la lesión se transforma en pústula. Pasada una semana, la lesión se ulcera y se convierte en una escara negra, necrótica e indolora, rodeada de un intenso edema duro, muy característico.

Es frecuente una linfadenitis regional dolorosa. En general, no hay fiebre ni síntomas sistémicos. Puede haber sobreinfecciones bacterianas. Se produce la curación espontánea de 1 a 3 semanas en el 80-90% de los casos (dejando una cicatriz); no obstante, en el 10-20% de los no tratados, la infección progresa hacia un shock séptico y la muerte.

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En algunos casos puede aparecer el llamado edema maligno, en el que prevalece el edema sobre la escara, y que cursa con afectación general y un cuadro que recuerda al de la erisipela (aunque es más grave).

En lo que se refiere al carbunco por inhalación, la enfermedad (mediastinitis hemorrágica) progresa rápidamente: al cabo de 1 a 3 días aparece fiebre que va en aumento, disnea (dificultad para respirar), hemoptisis (sangre con la tos), hipoxia (disminución del oxígeno) e hipotensión (bajada de la tensión arterial), sobreviniendo la muerte en 24 horas en la mayoría de los casos.

El carbunco digestivo suele manifestarse con fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea sanguinolenta (en ocasiones, masiva) y, a veces, ascitis (liquido en la tripa). Como ya hemos reseñado, las afectaciones respiratoria y digestiva son sumamente infrecuentes.

Diagnóstico del carbunco

Para llegar al diagnóstico de esta infección, deberán realizarse, en primer lugar, una historia clínica (haciendo hincapié, sobre todo, en la profesión del paciente y en su posible relación con animales) y una exploración física.

Se deben tomar muestras de la lesión para llevar a cabo una tinción de Gram o con anticuerpos fluorescentes, o un cultivo; es conveniente a veces, según los síntomas, hacer más cultivos, como pueden ser de sangre (hemocultivos), de líquido cefalorraquídeo (será positivo en caso de meningitis carbuncosa), de esputo, de heces, de líquido pleural, etc. En los casos graves se ve en el análisis de sangre una leucocitosis por neutrófilos.

El diagnóstico indirecto se consigue mediante pruebas serológicas (detección de anticuerpos).

Hay que evitar, además, confundir al carbunco con otras enfermedades de características similares, como la peste, el ántrax estafilocócico, la neumonía (en caso de afectación pulmonar), la tularemia, el nódulo de los ordeñadores, etcétera.

Tratamiento del carbunco

El tratamiento de elección del carbunco es la penicilina; si existe alergia a este antibiótico, se puede administrar algún otro, como la eritromicina, las tetraciclinas o el cloranfenicol.

El carbunco cutáneo ya dijimos que cura sin tratamiento en la mayoría de los casos, así que el pronóstico de los pacientes tratados es muy bueno. No ocurre lo mismo con los otros tipos, en los cuales, aun con tratamiento, no suele haber solución.

Para las personas expuestas, existen vacunas. Éstas, sin embargo, se están mejorando hoy en día, pues de momento sólo proporcionan una protección incompleta.

Además, es preciso protegerse con mascarillas y guantes. Se debe aislar a los animales infectados e incinerar los cadáveres después de cubrirlos con cal. Éstos no se deben descuartizar ni necropsiar para evitar la esporulación; las esporas se pueden intentar destruir con cobalto 60, óxido de etileno, formaldehído o lejía.

Está indicado vacunar también a los animales en las zonas endémicas.

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