Gota

Gota

La gota es una enfermedad metabólica cuyas manifestaciones clínicas son debidas a la precipitación de cristales de urato monosódico en los tejidos. La manifestación característica la constituyen los episodios de inflamación articular, en general autolimitados y recurrentes, por el depósito de los cristales de urato monosódico en el líquido sinovial. También se pueden depositar extarticularmente formando agregados fácilmente palpables llamados tofos. A todo ello pueden asociarse afección renal y cálculos urinarios de ácido úrico.

Generalmente se acompaña de hiperuricemia, aunque durante el ataque agudo no es raro que la uricemia sea normal.

Índice
  1. Causas de la gota
  2. ¿Qué síntomas aparecen?
  3. Diagnóstico de la gota
  4. Tratamiento de la gota
  5. ¿Cómo evitarla?

Causas de la gota

Más del 95% de los casos de gota son primarios. Aunque se han identificado algunas alteraciones enzimáticas, en la mayoría de los casos de gota primaria no ha sido posible encontrar el defecto metabólico.

El 3-5% de los casos es secundaria. Las causas más importantes son las neoplasias, sobretodo de origen hematológico y la administración de algunos fármacos(diuréticos, salicilatos a dosis bajas, piracinamida).

Antes de la pubertad los niveles de ácido úrico en la sangre son muy bajos, y los niños, salvo defectos enzimáticos raros, no padecen gota. Al llegar al pubertad, los varones alcanzan los niveles que se mantendrán a lo largo de la vida, aunque con los años estos niveles suelen ir en aumento. En las mujeres, cuando se produce el principal aumento de uricemia es después de la menopausia.

Es frecuente encontrar varios miembros de la familia afectados de hiperuricemia y gota, presumiblemente por la existencia de predisposición genética, aunque hábitos alimentarios comunes pueden también desempeñar un papel.

Los niveles de ácido úrico en la sangre aumentan por dos posibles mecanismos:

  1. Aumento de la síntesis de ácido úrico, que se suele acompañar de excrección renal aumentada y mayor incidencia de cálculos de ácido úrico renales. Este aumento de la síntesis se puede deber a:
    - Defectos enzimáticos, que son de transmisión genética.
    - Aumento del catabolismo de las purinas, que es más frecuente. Se observa en neoplasias y
    enfermedades hematológicas.
  2. Disminución de la excreción renal, que es el mecanismo más frecuente. Este mecanismo aparece en estados de malnutrición, cetoacidosis diabética, acidosis láctica de los alcohólicos, ingesta de fármacos, enfermedades del tiroides, insuficiencia renal , etc.

Causas de la gota

¿Qué síntomas aparecen?

Artritis gotosa aguda: ocurre después de muchos años de hiperuricemia asintomática sostenida. Aparece entre los 30 y 50 años. Es menos frecuente en las mujeres. Se ha definido una serie de desencadenantes como traumatismos importantes, microtraumatismos repetidos, ingesta excesiva de alcohol, transgresiones dietéticas, ayuno, estrés o cirugía.

Se caracteriza por la aparición brusca de dolor monoarticular, frecuentemente de inicio nocturno. El dolor es espontáneo pero se exacerba con cualquier roce o intento de movimiento. La duración espontánea es variable pero remite entre unos días y pocas semanas sin dejar secuelas.

En el 50% de los pacientes la articulación afectada inicialmente es la del pie. Le siguen en frecuencia: rodilla, tarso, muñeca, codo, hombro y otras metatarsofalángicas e interfalángicas distales del pie. Se suele afectar la zona periarticular con enrojecimiento y tumefacción de partes blandas. Ocasionalmente se acompaña de fiebre de 38º. En la fase de curación suele descamarse la piel que recubre la articulación.

Tras un ataque inicial hay un período asintomático que puede ir de semanas a años. Estos períodos asintomáticos se van acortando con el tiempo.

En la enfermedad avanzada no son raros los episodios poliarticulares( afectación de varias articulaciones).

Artritis gotosa crónica o gota tofácea: es la consecuencia de la progresiva incapacidad del organismo para eliminar los cristales de uratos a medida que éstos se depositan. La presencia de tofos se correlaciona con el tiempo de evolución de la enfermedad y la severidad de la hiperuricemia. La localización más frecuente de los tofos es el pabellón auricular, el codo, las manos, las muñecas, los pies, las rodillas y el tendón de Aquiles.

El depósito de urato monosódico en las articulaciones produce un cuadro de dolor continuo con marcada impotencia funcional.

Manifestaciones renales:

  • Litiasis renal: aparece en el 30% de los pacientes gotosos. Aunque estos cálculos suelen ser de ácido úrico, estos pacientes presentan con mayor frecuencia que la población general cálculos mixtos de ácido úrico y calcio o cálcicos puros. A veces preceden en años a las manifestaciones articulares.
  • Nefropatía urática: Suele aparecer cierto grado de insuficiencia renal en el 50% de los pacientes con gota. La evolución es lenta y progresiva, pero no enlentece por sí sola la esperanza de vida. Sin embargo la enfermedad gotosa se asocia frecuentemente a otras enfermedades que afectan la función renal, como la hipertensión arterial y la diabetes mellitus.

Diagnóstico de la gota

El diagnóstico de sospecha se puede hacer por los síntomas, pero a excepción de casos muy típicos el margen de error es muy importante.

La prueba diagnóstica y patognomónica es la presencia de cristales de urato monosódico en el líquido sinovial de la articulaciones durante los ataque de gota.

En el análisis de sangre, en los ataques de gota el ácido úrico puede estar normal, ya que la inflamación de las articulaciones se debe a los cristales de urato monosódico en líquido sinovial y no al aumento de ácido úrico en la sangre.

La radiografía no tiene ningún papel en el diagnóstico de los ataques de gota. Pueden aparecer algunas alteraciones en la radiografía en fases tardías.

Tratamiento de la gota

El tratamiento del ataque agudo de gota se hace con AINES ó colchicina. Los AINES son un tratamiento muy eficaz. En general se recomienda indometacina a dosis altas por vía oral. Se debe mantener tratamiento hasta que desaparezcan los síntomas. La colchicina se utiliza vía oral. Se da hasta que desaparezca el ataque agudo de gota o aparezcan los efectos secundarios (nauseas, vómitos, diarrea). La mejoría clínica tras su administración constituye un criterio diagnóstico. Su eficacia disminuye con el tiempo transcurrido desde el inicio del ataque.

En caso de que el ataque de gota coincida con una patología que impida el uso de AINES o colchicina, hay otros tratamientos alternativos como inyección intrarticular de corticoides.

El tratamiento de fondo consiste en el tratamiento de la hiperuricemia para evitar la progresión de la enfermedad. Los fármacos usados son:

  • Alopurinol, que es el tratamiento de elección. Es rara su intolerancia y es suficiente con una toma diaria.
  • Uricosúricos, que aumentan la excrección renal de ácido úrico y están indicados cuando la excrección es menor de 600 mg/día. Están contraindicados en la insuficiencia renal y litiasis renal. Debe acompañarse de una ingesta de 2 litros de agua al día y alcalinizar la orina para evitar la formación de litiasis.

El tratamiento hipouricemiante no debe instaurarse hasta pasadas 2 semanas desde el ataque agudo de gota y se debe asociar con colchicina durante 6-12 meses. La hiperuricemia asintomática aislada no precisa tratamiento.

¿Cómo evitarla?

No se recomienda seguir ninguna dieta estricta, ya que su eficacia es muy limitada. Sin embargo, es recomendable moderar la ingesta de alcohol así como de algunos alimentos (caza, marisco, vísceras). También debe valorarse la ingestión concomitante de fármacos hiperuricemiantes (diuréticos, piracinamida, ácido nicotínico y salicilatos a dosis bajas).

Como frecuentemente se asocia a obesidad , una reducción de peso es beneficiosa.

Para prevenir nuevos ataques se prescribe colchicina después del último ataque a dosis bajas durante 6-12 meses. El objeto es evitar que aparezcan nuevos ataques de gota mientras se reducen los depósitos de uratos con el tratamiento hipouricemiante.

Se debe acudir al médico ante cualquier episodio de inflamación de una articulación con tumefacción y dolor, para hacer un diagnóstico diferencial de causas de artritis.

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