Hepatitis

Hepatitis

Se estima que el 33% de la población a nivel mundial está infectada por algún tipo de virus de la hepatitis. Esta enfermedad es una inflamación del hígado debido a una gran selección de causas, y que da lugar a un amplio abanico de problemas graves de salud.

Una de las consecuencias más directas de la hepatitis es la reducción en la producción de bilis, una sustancia que se encarga de absorber las grasas en el intestino. Además, esta enfermedad disminuye la producción de proteínas por parte del organismo, dando lugar a la retención de líqido.

Una hepatitis también puede desencadenar una hipoglucemia. El glucógeno se transforma en glucosa siempre y cuando el organismo lo necesita; no obstante, si las reservas no son suficientes puede dar lugar a una reducción del nivel de azúcar en sangre del paciente infectado.

Índice
  1. Los distintos virus de la hepatitis
    1. Virus de la hepatitis A
    2. Virus de la hepatitis B
    3. Virus de la hepatitis C
    4. Virus de la hepatitis D
    5. Virus de la hepatitis E
  2. Síntomas de la enfermedad
  3. Diagnóstico
  4. Tratamiento de la hepatitis
  5. Consejos para prevenir la hepatitis
  6. Vacuna de la hepatitis

Los distintos virus de la hepatitis

Existen un total de cinco virus de la hepatitis diferentes, cada uno de ellos denominado por una determinada letra: A, B, C, D y E. Cada uno de ellos tiene sus propias características.

Virus de la hepatitis A

Se presenta a través de las heces de las personas infectadas. En la gran mayoría de los casos se transmite a través del consumo de agua o alimentos contanimados; el contagio también puede darse a través de las relaciones sexuales. Se trata de una infección leve y la tasa de curación es de práticamente el 100%. No obstante, en países pobres y en desarrollo el virus de la hepatitis A puede ser potencialmente mortal debido al seneamiento deficiente y a la ausencia de vacunas para prevenir su infección.

Virus de la hepatitis B

Es el tipo de hepatitis más frecuente y se transmite a través de la sangre, el semen y cualquier líquido corporal de una persona infectada; es muy habitual el contagio mediante inyecciones con agujas contaminadas, así como a través del consumo de drogas intectabeles. En el caso de mujeres embarazadas, cabe la posibilidad de que este virus se transmita de la madre infectada al bebé. Actualmente existe una vacuna muy efectiva para prevenir el virus de la hepatitis B.

Virus de la hepatitis C

Se transmite en prácticamente el 100% de los casos por la exposición a sangre contaminada, lo cual se da durante transfusiones de sangre, inyecciones con instrumentos contaminados y el consumo de droas inyectables. En determinados casos también se puede transmitir por vía sexual, aunque no es tan habitual. No existe ningún tipo de vacuna para prevenir este tipo de virus.

Virus de la hepatitis D

Sólo puede suceder en aquellas personas previamente infectadas con el virus de la hepatitis B. En algunos casos la infección por ambos virus sucede al mismo tiempo, generando una afección muy grave que incluso puede causar la muerte.

Virus de la hepatitis E

En relación al virus de la hepatitis E, se transmite por el consumo de alimentos o de agua contaminados. Este virus es una de las causas más frecuentes de los brotes epidémicos que tienen lugar en países en desarrollo. Actualmente existen vacunas de prevención de este virus, pero tienen una distirbución muy reducida.

Síntomas de la enfermedad

Síntomas de la hepatitis

La hepatitis puede dar lugar a un cuadro clínico leve o crónico. En el caso de que sea leve, significa que la afección comienza y desaparece fe forma rápida. En cambio, si la hepatitis es crónica, la enfermedad perdura en el tiempo, pudiendo dar lugar a un amplio abanico de enfermedades graves como insuficiencia hepática o incluso determinados tipos de cáncer.

La gravedad de la enfermedad depende una gran selección de factores, siendo los más importantes dos. Por un lado, la causa de la infección. Y, por otro lado, el estado de salud general del paciente.

Los primeros síntomas de la hepatitis aparecen aproximadamente una semana después de la infección. Uno de los principales problemas que presta esta enfermedad es que los síntomas son muy similares a los de la gripe; este es el motivo por el que muchísimos pacientes tardan en acudir al médico y la afección es detectada en fases avanzadas.

Generamente, las primeras señales de alerta son malestar general, cansancio, dificultad para concentrarse, fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, náuses y falta de apetito.

A medida que la enfermedad avanza, comienzan a tener lugar otros síntomas más específicos.

  • Piel: la piel toma un tono amarillento debido al aumento de la bilirrubina en la sangre. El hígado se inflama, dando lugar a una alteración en las funciones enzimáticas.
  • Orina: la orina también cambia de color, tomando un color muchísimo más oscuro de lo habitual debido a un trastorno en la circulación hepática.
  • Aliento: otro de los síntomas más comunes de la hepatitis es el mal aliento; la sensación de tener un sabor amargo continio en la boca.
  • Dolor: algunos pacientes también sienten dolor abdominal en el lado derecho o izquierdo.

Diagnóstico

Cuando el paciente acude a la consulta del médico con una serie de síntomas que hacen sospechar de alguna afección relativa al sistema hepático, en primer lugar se estudia su historial clínico; de esta manera, el médico comprueba si existen o no antecedentes familiares de enfermedades hepáticas y de si el paciente tiene alguna enfermedad crónica.

Generalmente, se solicita una analítica para valorar los niveles de transaminasas. En el caso de una hepatitis aguda, los niveles son muy altos; mientras, si la afección es crónica, los niveles sno son tan altos, aunque su concentración varía. En la analítica también se comprueban los niveles de bilirrubina sérica, fosfatasa alcalina y γ-glutamil-transpeptidasa con el objetivo de determinar el funcionamiento del sistema hepático.

Si tras la realización de la analítica el médico sospecha de una hepatitis, es necesario realizar una serie de pruebas adicionales para determinar la presencia del virus. El objetivo de las mismas es determinar la cantidad de virus que hay en el organismo y detectar la presencia de anticuerpos específicos para cada uno de los tipos de virus de hepatitis que existen.

Si se confirma el diagnóstico de hepatitis, se solicita una biopsoa hepática; se toma una muestra del hígado con una pequeña punción para determinar hasta qué grado está afectado el órgano a causa de la infección.

Tratamiento de la hepatitis

El tratamiento de esta enfermedad depende básicamente del tipo de virus del que se trate. En el caso de la hepatitis de tipo A y B, pueden llegar a curarse sin necesidad de administrar ningún tipo de medicamento. Generalmente, el médico recomienda una dieta pobre en grasas, evitar en la medida de lo posible el alcohol y descansar.

En cuanto a la hepatitis C, se puede tratar con medicamentos; la gran mayoría de los pacientes toman una ribavirina e interferón pegilado alfa. El tratamiento dura entre 24 y 48 horas. Merece la pena tener en cuenta que tiene una serie de efectos secundarios.

En los casos más graves en los que el hígado está muy dañado y la situación es irreversible, se puede recurrir al transplante.

Consejos para prevenir la hepatitis

Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud, apenas un 5% de las personas infectadas con hepatitis B o C es consciente de su situación. Esto supone un factor de riesgo importante para que la enfermedad se siga extendiendo por todo el mundo. Así, hay una serie de tips que conviene recordar para evitar en la medida de lo posible contagiar esta infección.

En primer lugar, es esencial mantener unos hábitos de higiene óptimos; lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto directo con personas desconocidas...

En segundo lugar, teniendo en cuenta que tomar agua contaminada es una de las fuentes de infección, es importante evitar beber agua en aquellas zonas en las que las condiciones sanitarias sean deficientes.

Por supuesto, es imprescindible evitar compartir agujas y jeringuillas. A la hora de realizar cualquier tipo de intervención estética, como un piercing o un tatuaje, hay que acudir a un centro homologado.

Y, por último, las relaciones sexuales, tanto vaginales como orales y anales, siempre deben realizarse con la protección adecuada.

Vacuna de la hepatitis

Vacuna de la hepatitis

Actualmente existe una vacuna contra la hepatitis A y B. Tal y como hemos señalado, por el momento no existe ninguna que prevenga la hepatitis C. La forma de administración más habitual es una vacuna combinada que protege ante ambos virus y que se administra en bebés en tres dosis; en los meses cero, uno y seis.

Teniendo en cuenta los casos de hepatitis que existen en todo el mundo y las consecuencias tan graves que esta enfermedad tiene para el organismo, merece la pena tener en cuenta los consejos de prevención y aplicarlos.

Por último, recordar que el riesgo de contraer esta enfermedad aumenta de forma considerabla al desplazarse a ciertos países en desarrollo, en los que las condiciones tanto sanitarias como higiénicas son muy deficientes. Por lo tanto, antes de viajar es importante informarse sobre el lugar de destino y extremar las precauciones: lavarse las manos frecuentemente, tener cuidado con lo que se come y lo que se bebe, y evitar todo contacto con la sangre o los fluídos corporales ajenos.

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